17/8/10

Para una eventual despedida de mis seres queridos

Correr para despedirse, no llegar, quedarse con el chau atragantado en la palma de la mano... a veces pasa, la gente se queda con la sensación trunca y la mano en el aire que se enfría sola.

Pero ¿por qué este ritual de poner nombre a un océano de personas y de tiempo que se abre entre nosotros? Parece no ser suficiente con vos allá y yo acá, hay que sacar pañuelos de los bolsillos para agitarlos en señal de adiós, mirarnos y hablarnos como si nunca más, descorrer a la persona ausente de cada uno del os rincones que habitó.

Una vez leí en una biografía (de Gandhi) que los hindúes no creían en las despedidas, o mejor dicho, ellos no decían Hadiós, porque conocer a una persona implicaba llevarla en el espíritu para siempre. Creo que me gusta como piensan los hindúes de ese libro, y por eso quizá sea más saludable decirnos hola de vez en cuando, aunque estemos en continentes diferentes. Simplemente podríamos asomarnos a la ventana y deslizar un: - hola. Probablemente haya alguien del otro lado, en algún otro lado, capaz de devolvernos el saludo.



1 comentario:

Little Miss Strange...* dijo...

nunca Hadios.
siempre Hastaluegos.