20/12/09

Me gusta

... hacer un guiso, cortar las verduras con un cerruchito-tramontina, servirlo bien caliente y que el vapor me queme la "ñata", comerlo con pan, sentir el gusto a tierra de las papas.

7/12/09

de un día para el otro

miro por la ventana, y los hombres-que-vivían-en-la-plaza ya no están. Han dejado un colchón; la espalda invisible que allí se hunde me grita que sí, que todo es precario y yo también.

24/11/09

Palabras Hazules


Historia de Calfucurá

Entonces lo llevaron a Buenos Aires. Entonces cuando llegó le preguntó el presidente por qué tenía tanto poder. "Éste es el virtú que tengo que me ayuda. Tengo en la mano mi piedra". Le dijeron: "¡Déjeme su piedra!". "Bueno", dijo Calfucurá. Dejó su piedra. La dejaron encerrada en una caja de fierro. Entonces dejaron encerrada la piedra. Se volvió Calfucurá. A los tres días llegó la piedra. Cuando estaba saliendo la piedra, empezó a mover la casa, pero ellos no se dieron cuenta. No sabían por qué había movido la tierra. Cuando llegó la piedra, encontró a su amo. Ahí se ganó la piedra, se puso debajo del sobaco, allí entró la piedra. Llegó el que la seguía. Le preguntaron, le dijeron: "¿Llegó su piedra?". "No llegó", dijo. "Más bien se escondió".

(R.E., Ancatruz, Neuquén) en GOLLUSCIO, Lucía (2006), El Pueblo Mapuche: poéticas de pertenencia y devenir. Bs As, Editorial Biblos.


...

(27/10)

Leo un par de poemas mapuches bilingües y las palabras en mapudungun vibran en la página contigua. Un leve temblor, un frío ancestral corre por mis huesos; quizá son las palabras Hazules del sur. Es un viento que, donde sea que yo esté, siempre me va a arrastrar un poco hacia el sur.



22/11/09

Días como éste (5)


... domingos: tan repetitivos, que calificarlos así resulta una tautología o un lugar común. No queda más que leer diarios viejos - quizá un vano intento de escapar al tiempo -, mirar cómo se seca la tierra en las macetas o adivinar los nombres de los pequeños transeúntes que se divisan en la plaza. Creo que ya hice eso otro domingo, nosécual; quizás estoy desescribiendo estas palabras pero no me doy cuenta. Mejor voy a lavarme la lluvia-de-ayer.
Si tengo suerte, otra lluvia vendrá a lavarme el hoy.

16/11/09

Crónica de un instante en las Halturas


(*)



Fue necesario llegar hasta - la que me pareció - la piedra más alta; ahora lo sé. Sólo así he podido sentir en el eco de tu vuelo un susurro en mi memoria, como si numerosos vientos aleatorios me hubieran empujado hacia aquí para verte en la distancia.

Pero fue hace algunos años que ya no importan en un zoológico que tampoco importa, cuando te vi por primera vez. Te habían fabricado una montaña de mentirita con piedras sin vida y un arbolito gris, de esos que fallecen a solas en las esquinas. Un envoltorio de alambre olímpico te protegía de la libertad y los cables de luz, tan peligrosos para los pájaros. Dormías sobre una rama y yo no pude evitar un dejo de decepción; es que ya tenía listos la cámara fotográfica y los pochoclos. Entonces todo sucedió en un instante; me gusta pensar que nadie más pudo verte. Quizás los demás visitantes se habían ido a fotografiar a los monoarañas o a comprar más pochoclo. En ese momento - ya despierto para siempre en mis retinas - desplegaste las alas como quien abre un Habismo en el tiempo y una noche súbita se extendió por toda la jaula. De pronto todos los demás fuimos los prisioneros, por siempre aferrados al suelo y a nuestras maquinarias, inútiles cazadoras de luz. Mientras yo me sentía más-hombre-que-nunca, me miraste apenas de lado, desde tu envergadura.

- Soy un cóndor - me dijiste. Jamás lo olvides, hombrecito - agregaría yo, tiempo después.

Desde esta piedra-que-late puedo ahora divisarte una vez más, varios metros más arriba, dibujándome. Me gusta pensar que sos el mismo cóndor, y yo soy el mismo yo, porque de alguna manera somos partículas del mismo polvo que el viento distribuye o el río pierde. Nuevamente me llenaste la mirada de silencio; dentro de mí vuela un pájaro de sangre, lleva tu nombre eterno que jamás termina de pronunciarse,
cóndor
cóndor

cóndor.
Sé que cuando escriba nuestra historia habré de perderte para siempre. Mientras tanto no te olvido, aunque todo este paisaje me esté olvidando a mí.


(Balcón Sur, Quebrada del Condorito)



antü | trece



(*) La foto es sólo ilustrativa (?) y pertenece al Volcán Batea Mahuida, cerca de Aluminé, Neuquén.

5/11/09

Los rompenueces

y sí, seguimos con los cuentitos, vio (?)


Éramos pobres en esa época y no teníamos otra cosa que comer más que nueces. Aunque el nogal del patio las suministraba en abundancia, teníamos que pelearnos con los pájaros por ellas. Como teníamos imaginación, preparábamos una gran variedad de comidas: nueces tostadas, pan de nuez, sopa de fécula y nueces, turrón de nueces, nueces en almíbar, mermelada de nuez, licor de nueces; y así, hasta que la palabra nuez perdía sentido.


Cuando se nos rompió el cascanueces estuvimos en problemas y ya no pudimos pelar los codiciados frutos. Entonces pasamos hambre durante un par de días hasta que mi hermano tuvo una gran idea. El plan consistía en colocar cuidadosamente la nuez en el marco de la puerta y, acto seguido, cerrar la puerta con velocidad, fuerza y decisión. Salvando lo engorroso de recoger los pedacitos de cáscara esparcidos por todo el piso, la idea era efectiva. Y la pusimos en práctica de inmediato.
Desde el patio se escuchaban portazos y ruidos de cosas que crujían. Los vecinos debían pensar que discutíamos todo el tiempo, pero en realidad comíamos nueces.



antü | 27


22/9/09

Lo Hindescifrable entre nosotros

(textito escrito para una tarea que no fue del seminario de imProducción Textual)


Él está por escribir, no sabe qué, sobre un frasco y la hoja en blanco lo atemoriza. Tiene que escribir acerca de un frasco, un chico, una chica. Mientras tanto ella se pasea a su alrededor porque a él le gusta pensar que al mismo tiempo que alguien escribe, otra persona. Ella quiere pasar desapercibida, no molestar, pero está presente con todo el cuerpo. Él puede sentirla detrás; la adivina apoyada en el vano de la puerta, mirándolo escribir que ella está presente con todo el cuerpo.

Definitivamente el contenido del recipiente debe ser misterioso, sino para qué mencionarlo. Entonces escribe:
"El frasco contiene en su interior Lo Indescifrable; aquello que, de ser descubierto, nos volvería absurdos. La razón es la siguiente: yo escribo mientras ella me observa, entonces el contenido del frasquito debe resultarnos incognoscible, caso contrario todo sería una certeza entre nosotros. Tendría que sentirla y darme vuelta porque habría dejado de escribir. Entonces comprobaría, fehacientemente, con cierta desazón, que me está mirando, y su perfume es su perfume. Una nada entre nosotros."
Ha dejado de escribir, mira absurdamente el reloj (no importa la hora en este relato), levanta la vista y siente miedo. Es probable que ella haya abierto el frasco. No quiere darse vuelta y comprobar que ella en efecto es ella, que están solos y ya todo termina.


antü | Hagosto

22/8/09

Salió.
Caminaba lentamente, quería beberse los colores de los árboles, la luz fantasma de los faroles viejos. Pero no pudo.
Un pequeño Habismo había crecido en su interior y expulsaba todo el vacío hacia fuera.

15/8/09

Hasta que un día fue hora de partir

Empaqueté cosas, puse rótulos a lo inclasificable, rompí los vasos trizados, tiré cosas inútiles, miré las fotos viejas otra vez, apilé los discos, ventilé los espacios vacíos, guardé mis libros, quemé poemas rancios, olvidé dibujos de la infancia. Y me quedé solo - agachado -, escupiendo la mirada hacia los rincones.

-En cualquier momento me voy..

y adonde vaya desenvolveré mis libros, observaré a las trizas crecer lentamente, apilaré cosas inútiles para olvidarlas, haré dibujos de fuego, escupiré poemas desde un rincón vacío. Seré. Sentado frente a una ventana que no mira hacia aquí. En cualquier momento me iré de allí también, pero la diferencia es ésto.
Hice, deshice y ya no tengo palabras; mis manos se mueven torpemente, no comprenden su existencia muda.

5/8/09

días como éste (4)

... en los que no puedo dibujar una hoja de árbol nisiquiera mirándola. Entonces las manos son sueños, o errores.

31/7/09

El Post Sombrío

como una bocanada de hielo; una caricia y una palabra dirigidas a otro ; una espera inútil; un lengüetazo invisible que me va arrancando las entrañas de-apoco. Algo así debe ser La Muerte.

29/7/09

nota al pie

"Las hojas restantes de mi libreta son como un lenguaje que se va apagando; un descenso al silencio. Y entonces escribir - lo que sea - puede volverse un acto desesperado o por el contrario, un plan meticuloso. Es preciso elegir cada palabra cuidadosamente, calcular su efecto, sopesarla en medio del silencio antes de que se dirija hacia la nada. Esa nada que resulta el lenguaje ya dicho. Una muerte extraña, absurda y absoluta."


Empiezo a economizar, ya no anoto ciertas cosas que pienso o me ocurren (¿ocurro o me piensan?) porque, probablemente, pueden carecer de sentido suficiente como para ser escritas en. Después de todo, ¿qué puede ser tan relevante como para justificar una palabra escrita? De esa manera hay un montón de circunstancias cotidianas que pasan totalmente desapercibidas. Forman parte de la literatura anónima de nuestras vidas.
A saber.
Hoy Sentí la libertad efímera - pero infinita en su brevedad - de caminar sin preocupaciones. Más tarde tuve un libro en mis manos y comprendí que, en ese momento, esa historia era mi única realidad posible. Me desperté solo en la mitad de la noche (quiénsabecuál de estas noches, de todas las noches), y mi brazo buscó maquinalmente un costado que no existía, que jamás estuvo ahí. De aquella desdicha sólo conservo un gusto amargo en las manos, más bien un sudor invisible que no termino de lavar... ¿será eso la soledad del hombre: una mugrecita, las pelusas de abajo de la cama?
Y así sucesivamente.

Éste es el punto en el que, ambos, usted lector invisible (pero usted ya lo sabía) y yo (pero yo también lo sabía), comprendemos que todo lo anteriormente escrito carece por completo de sentido. Eventualmente voy a comprar otra libreta y las vivencias que mencioné ya forman parte de este blog. Están dirigidas hacia todos o hacia nadie. Y sí, era lindo pensar en un lenguaje que se apaga, hablar sobre la libertad, decir que la soledad tal cosa y las realidades absolutas. Era lindo creer que estaba haciendo literatura.


6/7/09

acotaciones (al margen?)


- no hay placer como el de dibujar en papeles viejos

- una vez escribí un poema en la espalda de una mujer. Los olvidé a ambos.

- el té de durazno me hace pensar en un árbol que se ahoga en un mar de agua hirviendo

- existen dos tipos de personas en el mundo:
a) los que saben que la vida no tiene sentido y
b) los que, luego del existencialismo, confirman que la vida no tiene sentido

- sí, leer a Camus es un déjà vu

- a veces todo se reduce a una cuestión materialista: la mayoría de las cosas que hacemos tienen como fin último ocupar espacio, incluso pensar.

- instrucciones para entender la cacofonía:
1) si dice bretón, imagínese un tipo de bigote rubio y voz - quizá - musical
2) si dice Breton, piense en una mancha de Tierra sobre la luna; piense en una noche de París o una mujer desnuda

-hay gente que dice no ser feliz porque así parece más intelectual; hay gente que, directamente, no es feliz.

- cuando chateo con alguien y la conversación se detiene por mucho tiempo, imagino a dos personas que se miran, en silencio

- sí, el amor también ocupa espacio; les llaman hijos

- ayer dije: "¡es una vergüenza!", y sacudí la cabeza negativamente, mirando hacia abajo. Me sentí como un viejo de Palermo.

- cosas de las que no se vuelve: calzoncillos largos

- ¿qué puede hacerse en la vida con dos témperas blancas y dos témperas negras? Pintar rostros que gritan en las avenidas

- tengo una teoría: la ingesta en demasía de anabólicos y/o esteroides , no sólo produce mayor volumen muscular, sino que también vuelve más republicano a su consumidor. Las películas de Stalone son un buen ejemplo de ello.

- un lápiz mordido, una polilla, un papelito escrito con tu nombre

- la chica no era muy linda. Pero tenía unos jeans-verdes. Yo quería sacárselos, sólo para asegurarme de que el verde no había pasado a la piel.

- había soñado que llegabas de ninguna parte y hacíamos el amor. Despertaba, no quería pensar en vos ni me animaba a escribir tu nombre. Entonces eso era el lenguaje.

- un hombre comiendo pastafrola me inspiró un poema. Pensé: "la poesía es cualquier cosa" y fui feliz.

30/6/09

Las señales

encontrarme con una ex-compañera del colegio en la terminal y charlar durante casi todo el viaje (enterarme de que fulanito se casó y que menganita.); leer en la cama, tapado hasta el cuello; dormir todo el tiempo; votar sin convicción, por tercera vez consecutiva (con la mínima certeza de que peor es no votar)

... nunca la palabra adulto me abarcó tanto.

20/6/09

Días como éste(3)

... en los que uno se va a dormir a las nueve de la noche y se despierta a las dos de la madrugada, con la certeza de no existir en el mundo, a pesar de.

15/6/09

Apología


Así como el frío nos lanza violentamente hacia la estufa o hacia otros brazos, del mismo modo la incertidumbre nos deja secretamente perplejos. ¿Por qué dudamos? ¿qué nos demora en los portales cada vez que salimos o regresamos de la vida?
Suele suceder(me): llega ese momento extremo del día, la hora anónima cuando cualquier certeza cae del pedestal. Y los interrogantes son heridas, abiertas como ojos en la piel.

-No hay persuasión posible.

Practicar un fundamentalismo de la desconfianza. Dudar de todo, como Descartes (incluso dudar de Descartes).
Los honorables representantes no tienen la menor idea de qué hacer (ni cómo hacerlo); a La Nena no le gustan sus tetas nuevas (al novio tampoco); los caniches están hartos de ser llevados en brazos como carteras, desean correr libres y practicar el canibalismo más atroz.
Creemos necesitar una relación estable, una casa cómoda trabajo bien remunerado carrera con futuro celular de última generación tiempo para nosotros la fe intacta evitar el descenso (a los infiernos) seguridad salud prepaga cocina limpia comida thai redistribución de la pobreza (err de la riqueza) conexión wi-fi oportunidades sexo arte comprometido tasa fija de interés un poquito de amor que alguien nos entienda... por lo menos que nos escuche.

-Es (auto)destructivo.

Para qué engañar-me, no sé si la soledad de hoy es mayor a la de ayer, o viceversa. De nuevo en el portal, te miro y me pregunto si, aún reteniéndote un par de minutos más, lograremos escapar a tanto desencuentro. De un lado o del otro de las relaciones, la incertidumbre nos atropella. Da lo mismo deambular por la vida - transeúntes del cariño -, con las manos en los bolsillos, queriéndonos furtivamente cada vez que sea posible; atentos a los indicios más minúsculos: volvió con su ex, regresa a su casa por el fin de semana, sale con el grupo de amigos... y así andamos, buscándonos a tientas. Crustáceos en la noche profunda.
No existen muchas diferencias del otro lado (siempre un otro-lado). Juntos, cómplices del mismo retrato: inmóviles... tocarse mirarse hablarse apenas. Cuando acaba(mos) el amor, cada uno en su costado de la cama; en plena oscuridad, las dudas clavadas en el techo invisible. El retrato se repite absurdamente... y así seguimos, una masa oscura nos va ocupando el cuerpo de a poquito. Nos aferramos al miedo, como los árboles se aferran al aire para no hundirse en el suelo.
Estoy de este lado de la puerta. Ya no sé si seguiste tu camino hace algunas horas o muchos meses atrás. Sos una u otra "vos", no importa.

-Elegir el vértigo.

Aunque nunca nada sea seguro, aunque siempre estemos desgarrados en alguna parte, es posible (y quiero) optar por la incertidumbre. Hacernos una doble piel, sentir al máximo la vibración del invierno cuando caminamos solos. Imponer un poco de esperanza a las lágrimas anónimas de la noche. Abrir el libro a la mitad de la historia y prolongarla. Mirarnos sin máscaras, como nunca lo hicimos. Suspendidos en el instante eterno de volver a encontrarnos.




antü | hoy


12/5/09

justo cuando creía que la prensa (y más aún, la sociedad) ya no podía sorprenderme, me encuentro con la siguiente encuesta en Crítica Digital:


¿Está de acuerdo con aplicar la castración química a violadores reincidentes?



...



6/5/09

en busca de la catarsis posmoderna

Hay que hacerlo... despojarse de todas las tragedias mínimas y cotidianas: los silencios - eternos  - incómodos del ascensor, el desencuentro con el otro, la identidad que perdemos cada vez que salimos a la ciudad... no hay catarsis posible - ni vale la pena intentarlo - en esas minuciosidades. Hay que salir a la calle con el pecho abierto y la frente desnuda; llenarnos de viento en una bocanada e inflar el corazón. Hay que hervir la sangre aún con el leve calor de un apretón de manos, buscar las caricias ocultas en los apretujamientos de gente... oh, estamos tan solos; nos buscamos visceralmente, sin saber que somos la ausencia en todas y ninguna parte. No sienta vergüenza, señora del 7º B, déle un abrazo al palo borracho del boulevard. Sienta las espinas meterse levemente en su carne... ese cosquilleo hermoso y lleno de ternuna que sólo un palo borracho sabe dar.

Necesito llenarme de cosas así, escribirlas en mi libreta abandonada (muestra excepcional de mi olvido y negligencia); copiar poemas en papelitos insignificantes y extraviarlos por ahí: ellos necesitan imperiosamente ser libres, reencontrarse con la vida común. Debería imitarlos, plegarme a la audacia de las palabras que van a parar a cualquier parte - un panfleto, un cartel, la despedida entre dos amantes - despojadas de todo prejuicio; simplemente se dejan envolver por el aire y caen en nosotros, haciendo que todo sea, al menos, no tan absurdo.

Espero que el frío llegue pronto, quiero salir a la calle y que se me congele la cara. Suceso interesante andar por ahí con el rostro congelado. Imagínese usted, con la sonrisa del primer beso matinal petrificada, incapaz de ir a ningún lado. Y aquella mujer que guarda una fotografía en su cartera: una lágrima diminuta la sorprende y queda detenida - a mitad de camino entre el ojo y la comisura de los labios -, en plena mejilla destella como un diamante. Habráse visto... por ahora me conformo con imaginar tales maravillas. Tropiezo con la indiferencia de los autos y el malhumor general mientras voy caminando a la facu (siempre el malhumor, horror posmoderno). He realizado cálculos: hay aproximadamente tres canciones de distancia entre mi departamento en el 5º piso y la "casa verde", donde-recibo-educación-pública. El camino es una repetición no muy uniforme de personas y lugares: edificios, edificios, alguna casa, unos pocos árboles (florecen, desflorecen, amarillan,verdean), el naranjita meditabundo de la calle Temple (no hay unión más perfecta en el universo que aquella entre el rostro de ese hombre y el nombre de esa calle), otros peatones con los que corro carreritas, a ver quién llega primero a la esquina.  Eventualmente sucede algo extraordinario: una casa ya no está porque la han demolido, entonces debo despedirme de ella, adiós casa, bon voyage. A veces el señor del focus y el taxista creen tener derecho de paso al mismo tiempo y ¡la puta que te parió, infeliz!.

En fin, es fácil poner la vida en piloto automático, acostumbrarnos al paso insípido del tiempo; soñar sin sueños, reír sin ruido y amar sin riesgos. Yo sigo esperando el cachetazo revelador que me arranque los pies del suelo y abra mis ojos hasta darlos vuelta. Sé que la señora del 7º B desea un abrazo de ese palo borracho, lo desea irrefrenablemente. Es cuestión de tiempo. Por ahora pasa por la vereda de enfrente y lo acaricia con una mirada furtiva. Se sonroja apenas; como piensa que es a causa del calor, desabrocha un botón del cuello de su camisa, y continúa caminando.

Glosario:

Naranjita: persona que se encarga de cuidar los autos en las calles de Córdoba, a cambio de una contribución voluntaria.  

28/4/09

Argentina, país federal (?)


Sí, sí. Esta debió ser una de tantas propuestas muy copadas de la feria del libro en Buenos Aires. Y yo me la perdí por diversas razones, a saber: vivo a más de 500 km, no cuento con medios económicos suficientes como para viajar (digámoslo "a calzón quitado": no tengo un mango), obligaciones estudiantiles varias, entre otros motivos - más patéticos y menos trágicos. Federalismo, mis polainas.

21/4/09

clochard


a veces me siento como un clochard: sin hogar aparente ni rumbo fijo. Un vagabundo que observa - sin apego - a quienes lo rodean.
No sé por qué, pero para mí los vagabundos siempre existen en el presente. Los encuentro en algún banco de plaza, o soñando apretados contra un rincón, despojados del pasado, sin futuro aparente (el clochard de hoy es otro clochard mañana - o el mismo - , nuestra indiferencia los disuelve en un solo estereotipo). Y en ese mirarnos brevemente, el olviddo es mutuo e instantáneo. Yo sigo mi camino hacia ninguna parte, el se queda ahí. Está ahí, vive ahí. Quizá no tiene lugar donde ir ni donde volver. El es su propio lugar, su propio tiempo. Pero yo, en cambio, ¿adónde voy?¿de dónde vengo? Quizá soy yo el que anda a la deriva, entre tantas certezas.

5/4/09

2/4/09

Días como éste (2)


…en los que me dan ganas de mirar los tres estantes de la biblioteca, elegir los libros que más quiero, acariciar sus páginas amarillas de tiempo y, en un ataque súbito de locura, arrojarlos a todos por la ventana, bien lejos. Es el olvido o la muerte… arrancarme la piel desde adentro, realizar el más terrible de los sacrificios. Quemar el resto de los libros que compré por obligación o interés; bailar alrededor del fuego como en un ritual satánico. Correr a la librería más cercana y comprar las obras completas de Osho y Bucay. Llegar a casa e instalarlos sobre las cenizas de las palabras que amé alguna vez. No es suficiente, debo traicionarme hasta el asco, quebrar la resistencia más ínfima. Y luego, parado en el centro de la nada, frente a la biblioteca, contemplar toda la sabiduría que me enseñará a ser feliz. Es cuestión de tiempo… unos segundos para volver a la ira visceral, proferir el más crudo de los gritos, derribar a Osho y a Bucay de sus pedestales, arrancar las páginas de sus libros con los dientes, escupirlos, mearles encima, pisotearlos, bailar sobre los despojos de la felicidad. Dirigirme hacia la ventana, abrir las celosías, dar paso al gran viento que se llevará todo: las palabras muertas, los restos de la ira, la felicidad y el tiempo. Nuevamente desde la nada, escuchar los sollozos de la ciudad, los martillos que repiquetean desde arriba desde abajo desde todas partes… -“tututututututtutututu” - ya soy un cuerpo rebotando al son del progreso, una molécula de carne que vibra secretamente.

De vez en cuando viene bien sacrificarlo todo, destruir el mundo en un arrebato irracional y ejecutar el exorcismo imprescindible de estar vivo. Pero lo mejor de todo es existir en esta ficción, esta mentira vil del lenguaje. Miro a mi izquierda; la bilioteca: allí están nuevamente las palabras amadas, la ira, la felicidad, el tiempo…

25/3/09

Érase otra vez un 24 de marzo

Crónica de una reflexión anunciada




Para mi libreta la fecha de arriba no significa nada. Para el lenguaje la fecha de arriba tampoco significa nada. Pero en Argentina (ese nombre que nos envuelve y hace formar parte del país - un país - y de la historia - una historia) el 24 de marzo tiene un significado especial: se cumplen 33 años del último golpe militar, en 1976 (sí, hubo varios antes). En 2002, decreto de ley mediante, esta fecha fue declarada “Día Nacional de la Memoria Por la Verdad y la Justicia” y, a partir 2005 es no laborable. Por ende el día de hoy – de la memoria, aniversario del golpe, feriado, jornada de reflexión o descanso – nos involucró a todos, otra vez, como hace 33 años.

En mi caso, esta siempre ha sido una jornada diferente, llena de emociones fuertes; fundamentalmente de angustias y tristezas heredadas… esa memoria social o colectiva que los libros llaman historia. La dictadura siempre estuvo presente en mi vida; fue un tema de conversación recurrente, tanto en mi familia como en mi colegio. Crecí con esos sentimientos de impotencia, pena y bronca que parecen ser arrastrados por la generación de mis viejos (algunos de ellos, no todos). No obstante, adoptarlos y llevarlos a flor de piel durante todo este tiempo, ha sido siempre, por mi parte, una elección consciente. Hoy fue otro de esos “24s”; otra semana previa de verlo venir y sentirlo en el aire, mirar el calendario y hacerle un circulito invisible: ese día nos toca recordar. Estoy lejos de casa, pero sé que la cara de mis viejos fue diferente; seguramente sus miradas se apagaron un poquito. Ojo, no es que se pongan tristes sólo en este día. No, es algo permanente. Los dolores del pasado habitan en las personas, las ocupan (no tan) secretamente y se activan de vez en cuando. Al fin y al cabo así funcionan los recuerdos. Como decía, mis padres estuvieron tristes hoy, lo sé. Quizá tomaron mate por la mañana, mirándose en silencio mientras algún señor en la radio anunciaba el clima o hablaba sobre temas-de-interés. Yo me levanté igual que ellos. Parte de llevar la misma sangre es sentir los mismos dolores, como si la piel tuviese extensiones invisibles, capaces de transmitir las sensaciones por el aire.

A pesar de haberme despertado con pesadumbre, intenté actuar lo más indiferente posible, hacer de cuenta que nada pasaba. Porque claro, “mirá que ponerte a pensar en el pasado, como si no fuera suficiente con los problemas actuales (sí, pibe, 33 años más tarde el mundo sigue siendo una porquería)”. ¿Para qué prestarle atención a una fecha que los medios de comunicación han convertido en “segmento especial” o “informe de la semana”? Justamente, para evitar el vaciamiento de contenido que se busca - y, muchas veces, se logra satisfactoriamente - perpetrar en conmemoraciones como ésta.





Mierda, esto es difícil. La “reflexión crítica y comprometida” puede devenir en actividad de rutina, tan sólo un gesto apropiado para la ocasión. Todos los años (bueno, en realidad hace un lustro, más o menos), escribo algo sobre el aniversario del último Golpe de Estado. Suelo referirme, entre otras cosas, a lo importante que es la memoria (que no tenemos) en una sociedad, para que la historia no se repita (como se repite); hablo sobre la necesidad de una reflexión profunda (por lo general no la hacemos); me indignan la lentitud de la justicia y las escasas condenas a los responsables (creo que no hace falta hacer ninguna acotación al respecto). En fin, me doy cuenta de que formo parte del mismo juego mecánico desde hace bastante tiempo. Llega el día del aniversario y pienso: en la memoria, el compromiso, los desaparecidos y la reivindicación de su lucha, la libertad, las noticias de los diarios (esos pobres objetos que viven un solo día, como las moscas), las personas, las marchas y contra marchas, los caídos, los sobrevivientes, los indignados, los disconformes, los asuntos pendientes, las cicatrices, los ojos cerrados, las manos ensangrentadas, las armas todavía humeantes, las banderas roídas, las calles desiertas, los sueños rotos, las esperanzas vigentes…

Una vez más, como de costumbre, escribo algo al respecto. A medida que pasa el tiempo, voy creciendo, me siento más boludo y veo que casi nada cambia. Entonces, todas esas palabras (con sus respectivos sentimientos) pierden peso, un poquito cada vez. Ya no significan tanto como antes. Comienzan a cortarme, se filtran por las rendijas. Me convierten en la sombra desgarrada de una jaula. Aún así, antes o después de esbozar otra palabra que intente explicar – curar, aliviar – tanto vacío, necesito sentir que algo de esto es real. No pueden ser todas estas sensaciones nada más que engranajes de un relojito siniestro. Me cebo un mate, escucho al flaco Spinetta, miro una foto vieja de mi papá, salgo a la calle, voy a la marcha por los 33 años, saco fotos, observo a los demás… busco los rastros de algo diferente, algún indicio que me rescate de tanta mecanicidad.

En la marcha hubo de todo: banderas de todas los tamaños y colores, miradas de todos los tamaños y colores. Habían mujeres tristes y valientes, pibes exaltados y desafiantes, hombres cansados, transeúntes indiferentes, niños, abuelos, vecinos, militantes, curiosos, ausentes. Encontrarme, mejor dicho perderme en aquella multitud me sirvió para sentirme tantito mejor.

Sin embargo, al volver, luego de los discursos finales (tan discursos como políticos), el sentimiento de repetición vuelve a ser el mismo. Me alejo de la plaza donde concluyó la marcha y todo comienza a desdibujarse. Paso por el shopping (lleno de gente), luego por el Paseo del Buen Pastor (lleno de gente), llego a mi departamento, leo los diarios por Internet. Otro 24 de marzo parece haber llegado a su fin. Cada argentino vivió el “feriado” a su manera y cumplió con el rol que eligió (dentro de sus posibilidades). Ahora que escribo – y ya no es martes 24, me resisto a seguir el guión. Aunque repita algunas ideas y modifique otras, continuaré con mis intentos de desenmarañar significados y dilucidar interrogantes. Porque considero que la conmemoración del “Día Nacional de la Memoria…” – todo lo que implica – es sólo la punta del iceberg; el día que (algunos) elegimos para recordar nuestras heridas abiertas. Detrás de esta fecha anecdótica late una historia irresuelta que nos divide. De un lado o del otro, un asunto pendiente, un relato ausente nos mantiene en vilo o nos vuelve indiferentes; nos separa indefectiblemente; aturde y ya no podemos oírnos; ciega y ya no somos capaces de vernos.

Sí, de nuevo estoy escribiendo sobre el golpe. No importa, esta es mi manera de superar el dolor propio y ajeno. No soy rutinario. Estoy en vilo, abro los ojos, escucho, pienso…recuerdo.


fotos: Aimé




19/3/09

Rebe: fugaz la utopía del matrimonio
AC: algunas son fugaces, sí
Rebe: pero bueno anuar, igual todo es tan efímero como un helado bajo el sol, ¿dónde leí eso?
AC: jeje no sé
AC: por ahí
Rebe: en algún blog de algún desocupado
AC: jajaja
Rebe: que cree aún en los poemas
AC: yo creo en los poemas mientras los escribo o los leo

AC:lástima que uno no puede leer ni escribir eternamente
Rebe: y después los abandonas, primero les pones hasta altar
AC:

AC: hay que abandonar a la poesía
AC: "no se mata sino lo que se ama"
Rebe: abandonarla para que crezca, se independice y forme una nueva familia...esa frase es muy bélica

AC: es que hoy me siento bélico

AC: pero sí, lo ideal sería que crezca, se reproduzca, etc, etc
Rebe: ja ja...y porqué andas bélico?...bueno, eso no es lo importante, lo importante es ¿qué vas a hacer con esa belicosidad? me inquieta
Rebe: que ya sé de tu "belicosidades".....con ellas me haces reir mucho jejeje
AC: lamento decepcionarte, la de hoy es una belicosidad medio romántica, estoy más para escribir que para burlarme
Rebe: la risa siempre puede esperar, mientras se alimente el espíritu, espero que alimentes el mío

Rebe: qué piensas hacer con la belicosidad entonces?
AC: no sé
Rebe: entonces escribe, eso hace uno cuando no sabe qué hacer con la vida


amen Rebe, amen

...y gracias.

12/3/09

I might be wrong


Son las las cinco y pico de la mañana. Escucho esta canción y me pregunto qué momento del día es éste. Hay horas huérfanas durante el día, son un límite delgado entre lo que termina de ser y lo que apenas está despertando. Todos hemos estado en ambos lados de un día, alguna vez. O bien despidiéndonos en algún portal, dando la espalda a una noche que acaba; o bien abriendo los ojos a lo que, probablemente, pueda comenzar a existir. Y así, la vida es una sucesión de cosas que mueren o nacen, infinitamente. Como se dice en física, todo depende del punto de referencia. Pero mi problema es, a esta altura, la pérdida progresiva de las referencias. ¿Me estoy durmiendo o despertando? ¿qué día es éste?
Llega un momento en el que todos parecen dormir mientras estoy despierto. Entonces yo no soy yo, sino el sueño de otros. Recíprocamente, cuando ellos - o ustedes, lectores invisibles - despiertan, yo sueño. Y así sucesivamente nos convertimos en ausencias cotidianas.

24/2/09

Como el gol de Caniggia a los brasileros en el mundial del noventa


Así podría describir el resultado del coloquio que rendí hoy. Salímos desconcentrados y el rival complicó de entrada. Supimos aguantar con uñas y dientes el resultado, y concretamos las oportunidades que tuvimos. El equipo no jugó bien, pero se cumplió el objetivo (sic). Estamo' contentos porque necesitabamos reencontrarnos con el gol.
Ah, y un saludo para todos los que me conocen.


Dejo el videíto del gol antes mencionado. Para los nostálgicos, vio.

22/2/09

El malo de la película


Andres: - ¿Has ido al zoológico? ¿está bueno?
Anuar: - Sí, hace unos años. Es deprimente. Está muy descuidado y los bichos andan todos tristes . It's a very sad place -dijo, dirigiéndose a Caroline, la chica belga de intercambio - just like a hospital.

La situación es la siguiente: estoy estudiando gramática - muy a mi pesar - cuando llegan Andres, su novia Belen y Caroline. Los veo felices, es un día precioso para salir a pasear. Caroline está pasando el fin de semana en Córdoba y mis amigos van a mostrarle la ciudad. Andrés me cuenta de un partido de tenis que, "por cuestiones de fuerza mayor", no puedo ver; recién van por el primer set. Luego me pregunta por el zoo; y yo, bestia peluda sin sentimientos, usando mi inglés de pandillero portorriqueño del Bronx, lo comparo con un hospital.
Cinco minutos más tarde ya se han ido los tres, quién sabe a dónde. Quizá al paseo del buen pastor o al museo Evita (podría haber dado apreciaciones similares a la del zoo sobre aquellos lugares). Dudo que vuelvan a preguntarme sobre algún sitio de interés en esta provincia o en Bombay.

Es lo que pasa - me digo a mí mismo - cuando uno se siente tan al límite que no le importa nada. Ni siquiera quedar como el único mala onda del país ante una visitante extranjera que no puede dejar de notar lo simpáticos y amables que somos los argentinos (sic). Y no se termina ahí. Hoy es uno de esos días en los que, sin arrepentimiento ni culpa, podría salir a la calle a provocar desmanes de todo tipo. Como ser: explicarle a cada infante menor de 5 años por qué Papá Noel no existe; llamar a cualquier compañía de cable y hacer preguntas durante media hora sobre un servicio que ni pienso contratar; pararme en la puerta del cine y contar el final de cada película con lujo de detalles (inventaría un final distinto cada vez) ; recortar avisos fúnebres y repartirlos en sobres rosados, como si fueran cartas de amor.
¿Y todo eso por qué? Porque sí. Porque es domingo y estoy aburrido. Porque la muerte debería ser tan romántica como los días festivos que nos proponen los shoppings. Porque ver a un animalito encerrado y lejos de su hábitat natural NO ES DIVERTIDO (ni siquiera es educativo). Porque es más valioso recibir un regalo de nuestros padres que de un sujeto nórdico con problemas de sobrepeso. Porque la televisión nos atrofia la imaginación y la capacidad de pensar. Pero, por sobre todas las cosas, porque cuando se está de mal humor, no hay nada más sencillo que descargar toda la mierda sobre los demás.

10/2/09

fragmento de un fragmento


Mi lugar preferido del parque Sarmiento (esto va a sonar bizarro) es donde está el puesto de choripanes del Dante (ahí arriba, cerca de la escuela... sí, soy pésimo para las descripciones geográficas). No es que sea un fanático del chori; no, en realidad lo que me gusta de aquel lugar es que está en un punto más elevado "a nivel del mar" (?) y desde allí se puede observar parte de la ciudad, más abajo. Es un mar mudo de luces que jamás termina. De noche me imagino a todas las personas que regresan a sus casas luego de un día agitado... todos esos seres anónimos, perdiéndose en la oscuridad, doblando por alguna esquina que jamás conoceré.
Hay un momento en el día en el que cada uno de nosotros deja de existir. Alguien, sin saberlo, nos observa desde lo alto, pero no puede imaginarnos. No es capaaz de concebirnos, con nuestro cansancio y nuestros pensamientos a cuestas. Simplemente desaparecemos cuando aquel transeúnte nos da la espalda. Del mismo modo, la ciudad se desvanece a mis espaldas cuando abandono el - de ahora en más - "mirador de los choripanes".


30/1/09

Robinson Crusoe

Hasta que un día se hartó de todo. Dejó a su novia, regaló el Caniche Toy, chocó el auto, quemó todos los discos de Sin Bandera, renunció a su laburo en el banco y tiró el "aifoun" a la basura. Al día siguiente se inscribió en Gran Hermano 45.

Recuerden niños, nunca es tarde para perseguir vuestros verdaderos sueños...

29/1/09

"Oh cuidar lo fugaz bajo el sol"


El guardián del hielo



Y coincidimos en el terral
el heladero con su carretilla averiada
y yo
que corría tras los pájaros huidos del fuego
de la zafra.
También coincidió el sol.
En esa situación cómo negarse a un favor llano:
el heladero me pidió cuidar su efímero hielo.
Oh cuidar lo fugaz bajo el sol...
El hielo empezó a derretirse
bajo mi sombra, tan desesperada
como inútil

Diluyéndose
dibujaba seres esbeltos y primordiales
que sólo un instante tenían firmeza
de cristal de cuarzo
y enseguida eran formas puras
como de montaña o planeta
que se devasta.
No se puede amar lo que tan rápido fuga.
Ama rápido, me dijo el sol.
Y así aprendí, en su ardiente y perverso reino,
a cumplir con la vida:
Yo soy el guardián del hielo.


José Watanabe


Siguiendo las miguitas desde un blog pez-pájaro, llegué a este poema. Pocas veces sucede, pero hay momentos en los que nos topamos exactamente con las palabras que necesitamos leer. Entonces todo cambia aunque sea un ápice, la visión de las cosas se distorsiona; es como si el eje de la Tierra se desplazara una millonésima de grado (no, no va a moverse aunque saltemos todos juntos al mismo tiempo) y la pena o la alegría fueran diferentes. Ahora lo sé, hay algo que he perdido para siempre.
Aún no tengo activadas mis funciones de estudiante de letras, así que no voy a proporcionar ningún dato adicional sobre el autor. Tenía pensado escribir sobre cualquier otra cosa, pero la sangre y el alma sí están activadas en mi cuerpo, entonces tuve que postear este poema. Tenía que hacerlo, estas cosas pasan todo el tiempo... la poesía sucede todo el tiempo.



27/1/09

Volver... con la frente marchita



Noche de domingo tranquila. Armar el bolso a las corridas porque ,como siempre, dejo todo para último momento; recorrido de casa a la terminal en tiempo récord; despedida con mis viejos bastante emotiva; el colectivo repleto de mendocinos y mendocinas, dos de las cuales, sentadas detrás mío, no paran, no paran de hablar (a las tres de la madrugada) con esa particular tonada que me resulta tan simpática (pero no a las 3 de la mañana, ojo!).

Llego a Córdoba temprano, osea una hora más tarde por el fuckin' cambio de horario. Como soy joven y amarrete, me voy al depto caminando. La ciudad está hermosa y bastante transitada. Es lo que me hacía falta: el bullicio, los nervios, el apuro-sin-razón de las ciudades grandes. Necesitaba todos esos edificios gigantes proyectando sus sombras invisibles sobre mí, a los obreros silbando y golpeando desde todas partes como pájaros carpinteros con hipotiroidismo (y mala educación, algunos). No veo muchos cambios, algunos negocios han desaparecido, y a una que otra casa le han crecido varios pisos, porteros eléctricos y terrazas. Después de todo, sólo me fui por un mes. El gimnasio tampoco ha cambiado. Me alegro secretamente porque la chica que atiende recuerda mi nombre cuando me cobra la cuota del mes.

Más tarde voy al supermercado, compro frutas, agua mineral y jabón-rexona ("nunca te abandona" ) porque me siento sano y deportista. La alegría dura poco. El papel higiénico está carísimo. ¡Malditos bastardos! no pueden cobrar tanto por un artículo que sirve para limpiarse el culo. El gobierno debería restringir las exportaciones de papel higiénico, a ver si bajan el precio. Pasado mi enojo de ama de casa del Bajo Flores, me voy a pagar. Justo cuando es mi turno, la cajera hace un racambio de caja, maldición. En ese momento miro alrededor y noto algo peculiar. La población del supermercados está curiosamente dividida en dos tipos de individuos. A saber: Señoras de edad (por no decir viejas... ups!) que se encuentran comprando la comida para el almuerzo y dieciochoañero/as acompañado/as por sus padres. En sus carritos se pueden apreciar artículos como los siguientes: trapos de piso, palos de escoba, cacerolas de acero inoxidable. Es una imagen bastante tierna, podría ser útil para algún comercial de una compañía de medicina pre paga. Sin embargo me hace sentir parte de una brecha generacional, más bien un bache. Y no creo que Macri venga corriendo a taparlo.

Regreso con las bolsas a cuestas y me siento mejor. Hacen 5 años que me vine a estudiar a Córdoba y francamente no quiero comprar ni escobas ni costeletas. Me gusta esta situación insípida de no estar (por presión social) en una etapa "importantísima" de mi vida (otros le llaman el gran paso, como los de Macri cuando salta baches). Al diablo con las grandes decisiones y la medicina pre paga. Prefiero la adrenalina de sentirme cotidiano, aburrido, abandonado, joven, anónimo, libre, vivo... y sin cobertura médica.


25/1/09

Días como éste

... en los que: afuera corre viento sur, el perro mira tristemente por la rendija de la puerta y la número uno del mundo queda eliminada del Abierto de Australia; definitivamente no queda más nada que decir.

23/1/09

una vez, cuando vivía en el barrio de Alberdi.

A la vuelta de mi edificio había un negocio donde atendía una mujer carnicera. Eso era algo inusual. Además, como la mujer carnicera era linda y muy simpática, yo le pagaba con sencillo. Y eso era el amor.

22/1/09

...y ahora sí, un título

transeúnte

(Del lat. transĭens, -seuntis, part. act. de transīre).

  1. . adj. Que transita o pasa por un lugar. U. t. c. s.
  2. adj. Que está de paso, que no reside sino transitoriamente en un sitio. Apl. a pers., u. t. c. s.
  3. adj. De duración limitada.
  4. adj. Fil. Que se produce por el agente de tal suerte que el efecto pasa o se termina fuera de él mismo.

Fuente: RAE

Y hablando de espacio desperdiciado... la RAE tiene cuatro definiciones para una palabra que casi no se usa. La verdad es que me gusta transeúnte, me parece hermosa. No la veo muy seguido (si es que las palabras pueden ser vistas), a no ser en algún manualcito de educación vial (y a cuántos nos vendría bien leerlo!). Sin embargo somos tantos los que transitamos por alguna calle sucia a la mañana, apretados unos contra otros; los que estamos de paso, con la valija a-medio-hacer y los libros sobre la mesa; los efímeros (mierda, nada dura lo suficiente)... los que intentamos escapar fuera de nosotros mismos, y fracasamos.

¿Puede una palabra en desuso definir a tantos individuos que pululan por ahí? No creo... no me importa. Me gusta transeúnte para título del blog como me gustan los lunares para la piel. Tarde o temprano, dejamos de caminar (compramos un auto), guardamos los libros en la biblioteca... dejamos de sentirnos pasajeros. Y algún día, sin que nadie se entere, dejaré de escribir en este blog transeúnte.

21/1/09

el principio del final


Como no tenía nada mejor que hacer (mentira) y era el momento más propicio para responder a los impulsos más intempestivos (?) , se me ocurrió crear un blog. En realidad tuve otras ideas: romper la ventana, abrirme una vena, cantar la marcha a San Lorenzo... la cuestión era generar algo de caos, un poquito nomás. Y tanto las ventanas, como las venas o los blogs tienen ese no-sé-qué de caos. Es decir, implican un cambio: ahora hay algo que antes no estaba ahí. A saber, la sangre inundando la piel; miles de astillas de vidrio multiplicando la noche; otro fuckin' blog que ocupará un poco más de espacio.
Y sí, se trata de otro vano intento de colapsar este maldito mundo con palabras. Porque este maldito mundo me colapsa con palabras.