2/4/09

Días como éste (2)


…en los que me dan ganas de mirar los tres estantes de la biblioteca, elegir los libros que más quiero, acariciar sus páginas amarillas de tiempo y, en un ataque súbito de locura, arrojarlos a todos por la ventana, bien lejos. Es el olvido o la muerte… arrancarme la piel desde adentro, realizar el más terrible de los sacrificios. Quemar el resto de los libros que compré por obligación o interés; bailar alrededor del fuego como en un ritual satánico. Correr a la librería más cercana y comprar las obras completas de Osho y Bucay. Llegar a casa e instalarlos sobre las cenizas de las palabras que amé alguna vez. No es suficiente, debo traicionarme hasta el asco, quebrar la resistencia más ínfima. Y luego, parado en el centro de la nada, frente a la biblioteca, contemplar toda la sabiduría que me enseñará a ser feliz. Es cuestión de tiempo… unos segundos para volver a la ira visceral, proferir el más crudo de los gritos, derribar a Osho y a Bucay de sus pedestales, arrancar las páginas de sus libros con los dientes, escupirlos, mearles encima, pisotearlos, bailar sobre los despojos de la felicidad. Dirigirme hacia la ventana, abrir las celosías, dar paso al gran viento que se llevará todo: las palabras muertas, los restos de la ira, la felicidad y el tiempo. Nuevamente desde la nada, escuchar los sollozos de la ciudad, los martillos que repiquetean desde arriba desde abajo desde todas partes… -“tututututututtutututu” - ya soy un cuerpo rebotando al son del progreso, una molécula de carne que vibra secretamente.

De vez en cuando viene bien sacrificarlo todo, destruir el mundo en un arrebato irracional y ejecutar el exorcismo imprescindible de estar vivo. Pero lo mejor de todo es existir en esta ficción, esta mentira vil del lenguaje. Miro a mi izquierda; la bilioteca: allí están nuevamente las palabras amadas, la ira, la felicidad, el tiempo…

1 comentario:

-Anna- dijo...

No me preguntés cómo llegué hasta acá, viste que uno salta de blog en blog y de repente lee algo que llama la atención. Y así llegué, y así me pasó.

Me llegó mucho tu exorcismo, probablemente porque muchas veces me he sentido así sin saber darle voz o salida.

Un gusto! Saludos!